miércoles, 30 de abril de 2014

Un homenaje a los niños

Y si mi infancia hubiera sido distinta…

Por mucho tiempo me negué, asumí que los infantes me parecían repulsivos… solía pasar por alto que antes de ser adulto fui un niño; fueron tal vez las condiciones de mi infancia -que no digo que haya sido desafortunada- las que me llevaron a aborrecer esa etapa de la vida.

Hoy, sé que la niñez es la esperanza, el futuro y la energía de la vida. Sin ella, simplemente la existencia estaría negada y la especie humana condenada a su fin.

Las presentes líneas, justo cuando está por concluir el 30 de abril o “DÍA DEL NIÑO”, son parte de una reflexión que a casi 29 años de mi existencia hago para homenajear a esos seres inocentes que hoy me han devuelto la alegría, la razón de ser y la esperanza de lucha.

Y sí lo enfatizó, ellos son hoy mi razón. Hace poco menos de un año, mi vida era tan rutinaria como la del resto de la sociedad adulta, tan sosa y tan basada en la estúpida competencia en la que nos enfrascamos cuando crecemos; mi visión se centraba en ganar mucho dinero, mi máxima aspiración no era otra que el reconocimiento de mis iguales, quería demostrarle al mundo porqué soy diferente y en cierta medida superior… Hoy sin embargo, eso es lo que menos me importa, hoy sólo sé que lo que soy y lo que tengo es para compartir, para dar y para legar.

Pero, qué mejor que dejar ese legado a los niños, sí, a aquellos que son los hombres y las mujeres del mañana, con aquellos que habrán de enfrentar retos sinigual, causados por la putrefacta sociedad en que nos hemos convertido y que les heredaremos.

Creo firmemente que la alegría, la sonrisa, la energía y el entusiasmo de los niños son el motor que debe transformar a esta sociedad hedonista y soberbia en la que nos hemos convertido. Y es que de no ver a los infantes como nuestro valor presente y futuro, estamos condenados a perder nuestra esencia, que no es otra que amar y ser felices.

Cuando el lector repase la presente, quizás pensará que está desfasada en el tiempo, mas no es así; no haberla publicado en los días previos o durante los primeros minutos del 30 de abril, no significa que debamos dejar de honrar a los niños, ellos se festejan un día al año es cierto, pero deben honrarse toda la vida, y esto repito, es un homenaje a ellos.

Muchas frases y reflexiones nos sugieren que a pesar de la “madurez” los adultos nunca dejamos de ser niños o que tod@s llevamos un niño dentro, y es cierto… Nunca dejamos de sonreír, aún en los momentos más tristes de nuestra existencia; nunca dejamos de llorar, pues necesitamos desahogar nuestros pesares; nunca dejamos de soñar, porque sí así fuera estaríamos vacíos; siempre nos emocionamos, porque las emociones nos alientan; solemos perdonar, porque el perdón nos libera; nunca dejamos de ser niños, porque nunca jamás dejamos de aprender…

Con todo mi cariños para mis niños del Colegio Luis G. de la Torre y la Primaria Emperador Cuauhtémoc.

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